
Entre lápidas, flores y lamentos de personas que lloran a su seres queridos, Neydi, una estudiante de una escuela primaria boliviana, toma clases virtuales en un cementerio público en la ciudad de El Alto de La Paz, Bolivia.
Derivado de la pandemia de COVID-19, Bolivia ha mantenido sus escuelas en gran parte cerradas, lo que ha llevado a muchos padres a encontrar formas novedosas de hacer que sus hijos tomen clases en línea, a pesar de conexiones limitadas a internet y altos costos de datos móviles.
La madre de Neydi, Jeanete Alanoca, una indígena aymara de 30 años que se gana la vida trabajando en el Cementerio General de La Paz, decidió llevar a su hija para hacer uso del Wifi gratuito de la zona.
Jeanete alquila escaleras de mano en el cementerio a familiares y amigos que rinden homenaje a sus muertos, cuyos restos incinerados a menudo se guardan en compartimentos elevados, en parte para ahorrar espacio.

"La llevo al trabajo para que haga sus deberes, porque estamos en esta pandemia", explicó la mujer a la agencia de Reuters y agregó que solo tenía un teléfono celular con conexión a internet, por lo que su hija tenía que estar con ella para conectarse.
"Antes de la pandemia, la envié a la escuela y mis suegros también la cuidaban y la recogieron de la escuela. Debido a esta situación en la que estamos, tengo que llevarla al trabajo", señaló.
Alanoca, quien ayuda a su hija con sus tareas en medio de las tumbas, explicó que los datos del teléfono celular eran muy costosos, especialmente cuando se trataba de transmitir una clase. Su hija mayor va con sus suegros para usar su teléfono.
Ella dice que ni la madre ni la hija se desaniman de aprender por el entorno inusual del aula.
"Dicen que el cementerio da miedo, pero no puedo hacer nada al respecto porque de cualquier manera tengo que estar aquí con mi hija y hacer los deberes porque no tengo otro celular. Por eso estamos aquí", afirmó.