La Ciudad de México está repleta de célebres monumentos que recuerdan la historia de México y honran la memoria de algunos héroes nacidos en nuestras tierras, tal es el caso de la Cabeza de Benito Juárez en Iztapalapa, el Busto de Luis Donaldo Colosio en Paseo de la Reforma o el mismo Monumento a la Revolución.
Dentro de esta colorida gama de locaciones también existe una a la que muy pocos le toman forma o que incluso algunos otros denominan como una estructura 'fea y sin chiste', hablamos de El Caballito de Reforma, ubicado a las afueras de las oficinas del SAT (Servicio de Administración Tributaria) en la alcaldía Cuauhtémoc.
Es imposible no ver a El Caballito de Reforma, pues su ubicación tan concurrida, además de su tamaño y el color con el que fue creada la hacen muy llamativa. Sin embargo, no está ahí solo para adornar la ciudad, tiene un gran secreto que pocos conocen y que revelaremos en esta ocasión.
La verdad detrás de El Caballito de Reforma ubicado en la CDMX
El 15 de enero de 1992 fue la inauguración de esta célebre pieza, el motivo principal era buscarle un remplazo a la estatua dedicada al Rey Carlos IV de España, llamada 'El Caballito' y creada por Manuel Tolsá.
Por ello contrataron a Enrique Carbajal, también conocido simplemente como Sebastián, quien influenciado por el movimiento de arte abstracto y monumental creó esta escultura de 28 metros de alto de color amarillo que, según él, era una reinterpretación.
Puede gustarle o no a la gente, pero otro de los objetivos que había detrás de este encargo era instaurar un respiradero para el drenaje profundo de la ciudad, que en ese entonces se encontraba en pleno apogeo con millones de habitantes.
Esa es la razón de que la escultura tenga dichas magnitudes, se dice que antes de su inauguración era casi insoportable transitar cerca de la zona, ya que los olores fétidos impregnaban todo el lugar. La altura a la que se emanan los gases actualmente reduce sorprendentemente el olor.
